Desde el 2012, el número de mayores de 65 años se ha incrementado en 500.000
Mientras España se debate entre un gobierno u otro, sobre la salida definitiva de la crisis económica, la posibilidad de afrontar más recortes como pide Bruselas o en si hay que subir o bajar impuestos, una realidad se va imponiendo de manera silenciosa pero implacable: el envejecimiento de la población española, una realidad que, sin embargo, marcará claramente el devenir de España. Un informe recién publicado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), con el título Cambios en la estructura y localización de la población, pone cifras al envejecimiento poblacional: en apenas cuatro años, España ha perdido 1,6 millones de jóvenes, ya sean nacionales o extranjeros, mientras que el número de personas mayores se ha incrementado en más de 500.000.
Según este trabajo, la población española alcanzó su máximo histórico en 2011, al superar el umbral de los 46 millones de habitantes. Un crecimiento sostenido en el tiempo y que se tradujo en que desde primeros del siglo XX la población se ha multiplicado por 2,5, aunque el periodo de máximo desarrollo demográfico ha sido el comprendido entre el 2001 y el 2011, con un incremento cercano a los 6 millones de personas, principalmente por la llegada masiva de inmigrantes y el incremento de la esperanza de vida.
Sin embargo, desde el 2012 España no ha dejado de perder población, en total cerca de 380.000 habitantes. De hecho, en estos momentos el crecimiento vegetativo (número de nacimientos menos el número de fallecimientos) es negativo, situación no vivida en tiempos pasados. Una de las principales causas de este saldo negativo es la reducción de la población joven –tanto extranjera como española–, lo que ha influido en el descenso de la natalidad.
Las pérdidas de población más intensas se han producido entre los más jóvenes, los menores de 34 años, con 1,6 millones de personas menos, indica el citado trabajo que apunta a que “es especialmente grave la pérdida de población de entre 25 y 34 años con cerca de 1,3 millones de personas menos desde el 2012”. A ello se une el descenso en términos netos de la población aún más joven, los menores de 25 años, con otras 292.077 personas menos.
La elevada despoblación entre los grupos de menor edad ha estado protagonizada por los residentes españoles (65,8% del total), mientras que la salida de extranjeros de entre 25 y 34 años ha representado el tercio restante.
La caída de la población joven se ha visto parcialmente compensada por el fuerte incremento de la población de más edad. Los mayores de 65 años han aumentado en términos netos en más de medio millón.
¿Y esto en qué se traduce? Como señala el informe, en una España mayoritariamente de personas adultas. La edad del español medio ha pasado de ser un joven de 28 años en 1900 a un adulto de algo más de 41 años en la actualidad. “Este dato refleja el continuo envejecimiento de la población, resultado en buena medida de la prolongación de la vida media”, señala.
Datos y cifras que muestran cómo será España en las próximas décadas (pocos jóvenes, insuficiente población activa y muchos mayores) y que vuelven a poner sobre la mesa la necesidad de afrontar ya los apasionantes retos que se plantean. Debate que, sin embargo, se sigue aplazando.
(Noticia extraída de la Vanguardia)